ARTE CINÉTICO ARGENTINO

        por OSCAR HAEDO

 
 
CAPITULO II  
LOS PRE - CINÉTICOS
 
02/03 1924. PETTORUTI, EL CUBISMO Y EL FUTURISMO.    
 

            El primer expositor argentino de la dinámica, el movimiento, la velocidad y el tiempo –considerados como signos icónicos con imágenes propias, pero sin movimiento real – fue Emilio Pettoruti a través de la muestra de sus pinturas cubista-futuristas en la galería Witcomb (13-10-1924).

            Formado artísticamente como autodidacto en su ciudad natal (La Plata) tras esbozar unos paisajes con motivos serranos de Córdoba, Pettoruti se trasladó a Italia a los 20 años de edad mediante una beca, coincidiendo su arribo a Florencia con la primera muestra de pintura futurista; allí se relacionó con el ideólogo Marinetti, los artistas Boccioni, Balla y Carrá, escuchando del primero: El Tiempo y el Espacio murieron ayer. Vivimos ya en lo absoluto, puesto que hemos creado la eterna velocidad omnipresente, al par que se interiorizaba de las obras con sensaciones dinámicas de los pintores citados.

            Era el tiempo en que el pintor italiano Luiggi Rusolo programaba cajas provistas de altoparlantes (el entona-ruidos) que disparaban silbidos, rugidos, estridencias de fábricas, gritos humanos, susurros; Boccioni, Ballay Carrá procuraban fijar en sus telas a los movimientos, sonidos, rumores, olores; Bailla Pratella ideaba una música futurista.

           Boccioni bregaba por la abolición del sujeto en la escultura; el arquitecto Antonio Sant’Elía predicaba la ciudad nueva; Marinetti y Settimelly publicaban el Manifiesto del Teatro Futurista Sintético 2 donde la acción escénica invadía la platea y los espectadores, en tanto el aviador futurista Azari inventaba el Teatro Aéreo.

 Los futuristas, sus amigos y de quienes nuestro pintor fue un entrañable compañero de ruta, se hallaban preocupados, como es sabido, de representar en sus obras la fuerza, la velocidad y el movimiento, símbolos de la era maquinista, técnica cuya hermosura aspiraban a exaltar… Para representar esas inasibles entelequias acudieron a recursos como el simultaneísmo, las llamadas “líneas de fuerza”, la superposición y sucesión de imágenes. Pero en todos los casos se hallaba presente siempre, en el cuadro o la escultura, una representación, fragmentada o total, del objeto -automóvil, avión, hombre- que desarrollaba el esfuerzo o el movimiento. Pettoruti consideró en cierto modo pueril la representación del movimiento mediante la repetición parcial o total de las imágenes. Pensó que el movimiento –esa abstracción- no podía ser aludido o representado sino mediante elementos asimismo abstractos. De esa conclusión surgieron sus Armonías, Forze centrifughe y otros dibujos de 1914, y sus óleos Luces en el paisaje (1915) y Luce-elevazione (1916)[22].

             En "Forze Centrifughe" Pettoruti diseñaba con carbón –sobre una medida de 0,47 por 0,40- a una forma plana y circular en marcha espiralada en torno a un eje supuesto; en Luces en el paisaje (óleo sobre tela de 1,10 por un metro) pintaba sobre un fondo oscuro a dos franjas curvadas y segmentadas por variados colores, formas y tonos que sugerían la dinámica; en Dinámica del viento dibujaba a numerosas formas lanceoladas con la apariencia de inclinarse ante la fuerza del viento; en sucesivos trabajos –Un amigo (1917), Sol y sombra (1917), El parque (1918), Mujer en el café (1917), El filósofo (1918), La gruta azul de Capri (1918), La institutriz (1918) y Alrededores de Milán (1919)- aparecen las influencias cubistas-futuristas visibles en la simultaneidad de la visión y en su intento de dinamizar las formas con tensiones, quebraduras y planos superpuestos. 

          Pettoruti re-creaba al objeto visualizado o imaginado mediante una pintura conceptual; con ella describía el carácter geométrico estructural que subyace en las formas reales de la naturaleza; analizaba las visiones simultáneas que observaba en el objeto, e interpretaba simbólicamente a los elementos  de la tecnología e industria, mediante la perspectiva múltiple aportada por el cubismo-futurismo. Con una acción combinada de estas estéticas, Pettoruti fraccionaba las copas, arlequines y músicos hasta independizarlos de sus formas originales, e idealizaba la luz solar, la energía y el movimiento en una sublimación plástica lindante con la abstracción; partiendo de una realidad, re-creaba al motivo observado –o imaginado- otorgando un espacio privilegiado a las nuevas estructuras influenciado por la filosofía tecno-científica del siglo XX.

          Las exhibiciones pictóricas de Pettoruti merecieron el fallo adverso del público, artistas y la crítica, al visualizarse pinturas y dibujos representativos de la Era Industrial, distante de los bucólicos paisajes, escenas costumbristas, retratos de familia, motivos históricos resueltos con las técnicas académicas o pos-impresionista en auge.

           Sólo el grupo “Martín Fierro”, que nucleaba a los intelectuales adeptos a estéticas vanguardistas, izó sus banderas en defensa de Pettoruti en oposición al grupo de Boedo, de matices ideológicos sociales.

            En forma paralela a su interés por la estética dinámica, el pintor platense extendió sus conocimientos a las artes etrusca, pompeyana, los primitivos italianos, trecentistas, quatrocentistas y del Renacimiento, lo que motivó una decantación en las formas, colores, reajuste del espacio y la ausencia total de la anécdota con el resultado de obtener imágenes abstractas.

 

ENLACES COMPLEMENTARIOS:

La pintura futurística
https://www.wdl.org/es/item/20026/view/1/1/

Emilio Pettiruti
http://www.pettoruti.com/obra.htm

 

 

 

 [22] “Actualidad de la pintura de Pettoruti”. Cayetano Córdova Iturburu. Diario “La Nación”, 28-1-1968. Bs. As.

 

 

 

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