ARTE CINÉTICO ARGENTINO

        por OSCAR HAEDO

 
 
CAPITULO XI
LA QUIETUD INQUIETA
 
11/02 1959. NO FIGURATIVOS (O ABSTRACTOS)     

 

            A consecuencia de la formación de agrupaciones no figurativas (o abstractas) bajo los nombres de concretos, madí, perceptistas y espacialistas, a partir de 1959 va estructurándose una corriente abstracta que, sin desdeñar la geometría recurre al lirismo, cierta subjetividad, lo telúrico y americanista para pintar imágenes inquietas, que el crítico León Benarós define manifestando:

En Pérez Celis, como en otros pintores modernos, hay que insistir en una dinámica de las formas y una psicología de la línea. Movimiento y sosiego se conjugan en sus telas.

Las tranquilas horizontales aparecen como apuñaladas por una descendente vertical.[125]

El problema estético es incorporado por una pléyade de pintores como parte de la composición bidimensional, como planteo cromático, como búsqueda de espacios, despojándolo de inquietud dinámica, pero con cierto grado de emotividad.

El propósito en muchos casos evidente, de alcanzar un determinado tipo de nivel emocional está dado por un componente poético (con toda la ambigüedad y el misterio que debe tener lo poético) muy frecuente en las obras de esta última tendencia.[126]

            El componente poético trascendía subjetivamente hasta dejar que afloren los signos icónicos que inquietan la obra, un componente a veces revestido y realzado por las técnicas abstracto – geométricas, con ejemplo en las pinturas de Pérez Celis, Tomás Abal, Leopoldo Torres Agüero, Luis Alberto Wells, María Helguera.

            Analizando la obra de Tomás Abal dice Squirru en 1971:

Las características de la pintura de Tomás Abal permiten calificarlo de geométrico sensible, bien comprendido que no queremos etiquetarlo... Geométrico en la media de la pureza de las formas que maneja con preferencia aunque no exclusividad de curvas, sensible no sólo por las gamas de color sino por la vibración lírica que logra a través de ellas. [127]

 Cinco años más tarde, el crítico lo vuelve a analizar, diciendo:

La imaginería que propone Tomás Abal no pertenece según mi entender al mundo del subconsciente. Se trata de un arte esencialmente óptico, cuya delectación estriba en las más antiguas delicias del “trompe l´oeil”. Someterse a los dictados del ojo fisiológico supone un espíritu casi científico que corresponde con humildad al del investigador obediente a los mandatos de su microscopio. [128]

 Jacques Lasaigne, Michel Seuphor y Frank Popper elogian la obra de Torres Agüero, influenciada por el cinetismo realiza pinturas de vibración óptica generada –en ocasiones- en 75 matices de grises, colores fríos y cálidos inventando un nuevo acondicionamiento psico – sensorial dentro del signo geométrico.

 

 

 

 

[125] Catálogo Pérez Celis con texto de Benarós, galería Wildernstein, julio de 1973, Bs. As.

[126] Aldo Pellegrini, declaraciones en la “Fiesta de las Letras”, 1968, Necochea, Pcia. Bs. As.

[127] Tomás Abal, “ El ojo fisiológico y lo sensible” por Rafael Squirru, periódico Pluma y Pincel, 23-11-1976.

 [128] Tomás Abal, art. Cit.

 

 

 

CAPITULO XI
LA QUIETUD INQUIETA