Aquella obra de
Hugo Demarco forma parte del conjunto de piezas
situadas en el sector más oscuro de la muestra, galería hipnótica de
rituales tecnológicos en que una caja de
González Mir destella un
suave cromatismo, una luz recorre las púas transparentes de la
estructura de
García Rossi y otra fuente lumínica rasante pronuncia
los relieves de la tela de
Víctor Grippo. A pasos de allí, un
efecto de luz negra baña otra pieza de
González Mir, una espectral galaxia.
El
resto del salón en que están emplazadas las piezas mencionadas en
primer término, permanece una moderada penumbra que favorece el
juego de las piezas expuestas.
Refinamiento y humor aportan algunas de las obras de
Julio Le Parc
de los años 1967 y 1968. Frente a un listado vertical rojo y blanco
giran dos bielas provocando diversas configuraciones en un eje
mecánico que a su vez refleja el rayado aludido. Una broma mecánica
hábilmente urdida. Junto a ésta, otra pieza exhibe hileras
verticales de discos agitados por la menor corriente de aire, que
espejean delicados y fugaces efectos en un plano posterior.
Marta Botto encierra un juego de
columnas verticales similar al de
Le Parc, en una caja cuyo fondo cóncavo y reflectante propicia el
suntuoso despliegue de formas en movimiento. Es dinamismo, es
hidráulico en la pantalla de televisión de
Gyula Kosice, azul y
surcada verticalmente por perforaciones luminosas y el juego
burbujeante del agua.
A
su lado, tres cajas de
Horacio Coll exhiben estáticas fuentes de luz
y color, exquisitos signos iridiscentes.
Utilizando un proyector,
Dujovny hace actuar en una pantalla
acrílica móviles viscosidades cromáticas. Dos bastidores y una
columna generativa de Davite registran el armonioso y fascinante
operativo luminoso.
En
el recinto, los objetos lumino – cinéticos evocan en cada caso los
espacios de neón que frecuentan las noches de toda la ciudad:
letreros luminosos que encienden y apagan, titilan, se esfuman y
rasgan el espacio con mecánica precisión. La atractiva señal
lumínica de
Perla Benveniste irradia una móvil sucesión de colores y
una caja de
Eduardo Rodríguez modula ricas secuencias en rotación
constante. De este artista un significativo OJO acrílico de 1971,
podría haber despertado susceptibilidades discriminatorias en otras
circunstancias. Se trata de una pieza aislada en el conjunto de
obras expuestas en el San Martín, en un área que parece dedicarse
exclusivamente a ampliar un vocabulario visual; una caja lumínica
que obrando como cartel de advertencia y denuncia, publicita los
nombres de gremialistas y políticos… en torno a un centro que semeja
una gran pupila en giros concéntricos. Es la conversión de un juego
en instrumento cuestionador y polémico.
El
sector iluminado.
En el otro piso del museo se exhiben la Propuesta A-R-71 de
González Mir, un conjunto de grandes potes que por sus rótulos
declaran contener LSD, morfina, cocaína, opio, heroína y otras ex
drogas exóticas; el panel conceptualista de
Juan C. Romero o el
hexagonal conjunto de planos que
Jorge Lezama cubrió con leyendas o
textos con los que parece enjuiciar las prohibiciones y alguna
pecaminosidad de las clases dirigentes.
Más adelante se observan las beldades acrílicas de
Polesello
y las
construcciones de
Vidal, pródigas en reflejos verticales y
horizontales.
Gamarra intenta conciliar el carácter abstracto de sus
formas, generalmente plásticas y bellas, con un organismo marino,
para lo que apela a un elemento físico y escenográfico: una batea
con arena húmeda sobre la que posó una de sus masas translúcidas.
Otro de sus trabajos, apropiadamente ubicado frente a una ventana, y
una pintura op de
Mariano Carrera propicia un eficaz
juego de luces y formas.
Ariel Scornik hace girar en sentido vertical una rueda – estructura
que recuerda la llanta de un coche y ofrece un gran anillo en el
interior de una caja, alhaja que el espectador puede mover para
divertirse con sus apócrifas piedras preciosas.
Ordenados relieves en madera de
Luis Tomasello, de múltiples efectos
angulares y sombras proyectadas, y los objetos de
Jacques Bedel,
entre ellos un efectivo juego de pantallas en acero perforado, se
suma a este panorama que incluye, además, obras de
Francisco
Sobrino,
Ricardo Roux,
Osvaldo Romberg,
Alicia Orlandi,
Lea Lublin,
Gregorio Vardanega,
Armando Durante,
Mari Orensanz,
César Fioravanti,
Jorge Duarte,
Julián Althabe, Walter Olner,
Héctor Compaired, Clara Matzner,
Ary Brizzi,
Alfredo Portillos,
Mariano
Carrera,
Fioravanti Bangardini y
Jorge Luna Ercilla.
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