ARTE CINÉTICO ARGENTINO

        por OSCAR HAEDO

 
 
CAPITULO IX
EL APOYO PRIVADO Y ESTATAL AL ARTE
 
09/07 1969-1971. FUNDACION LORENZUTTI.


La Fundación Lorenzutti realizó en 1969 tres exposiciones tituladas “Panorama I”, “Panorama II” y “Panorama III de la Pintura Argentina”, culminando dicho ciclo con la exposición “Pintura Argentina – Promoción Internacional” en 1970; elegidos por un jurado de 35 críticos nacionales, resultaron electos por “Panorama III de la Pintura Argentina” los cinéticos – geométricos Brizzi,
Eduardo Mac Entyre, Vidal y Polesello, sobre un total de 9 representantes.

Panorama de Experiencias Visuales Argentina fue el título escogido por la Fundación Lorenzutti para presentar a 39 artistas en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, en circunstancias en que se cumplía una década de actividad cinética en Argentina, muestra que ocupaba dos pisos del local con la suma de más de cien obras.

 

Aquella obra de Hugo Demarco forma parte del conjunto de piezas situadas en el sector más oscuro de la muestra, galería hipnótica de rituales tecnológicos en que una caja de González Mir destella un suave cromatismo, una luz recorre las púas transparentes de la estructura de García Rossi y otra fuente lumínica rasante pronuncia los relieves de la tela de Víctor Grippo. A pasos de allí, un efecto de luz negra baña otra pieza de González Mir, una espectral galaxia.

El resto del salón en que están emplazadas las piezas mencionadas en primer término, permanece una moderada penumbra que favorece el juego de las piezas expuestas.

Refinamiento y humor aportan algunas de las obras de Julio Le Parc de los años 1967 y 1968. Frente a un listado vertical rojo y blanco giran dos bielas provocando diversas configuraciones en un eje mecánico que a su vez refleja el rayado aludido. Una broma mecánica hábilmente urdida. Junto a ésta, otra pieza exhibe hileras verticales de discos agitados por la menor corriente de aire, que espejean delicados y fugaces efectos en un plano posterior.

Marta Botto encierra un juego de columnas verticales similar al de Le Parc, en una caja cuyo fondo cóncavo y reflectante propicia el suntuoso despliegue de formas en movimiento. Es dinamismo, es hidráulico en la pantalla de televisión de Gyula Kosice, azul y surcada verticalmente por perforaciones luminosas y el juego burbujeante del agua.

A su lado, tres cajas de Horacio Coll exhiben estáticas fuentes de luz y color, exquisitos signos iridiscentes.

Utilizando un proyector, Dujovny hace actuar en una pantalla acrílica móviles viscosidades cromáticas. Dos bastidores y una columna generativa de Davite registran el armonioso y fascinante operativo luminoso.

En el recinto, los objetos lumino – cinéticos evocan en cada caso los espacios de neón que frecuentan las noches de toda la ciudad: letreros luminosos que encienden y apagan, titilan, se esfuman y rasgan el espacio con mecánica precisión. La atractiva señal lumínica de Perla Benveniste irradia una móvil sucesión de colores y una caja de Eduardo Rodríguez modula ricas secuencias en rotación constante. De este artista un significativo OJO acrílico de 1971, podría haber despertado susceptibilidades discriminatorias en otras circunstancias. Se trata de una pieza aislada en el conjunto de obras expuestas en el San Martín, en un área que parece dedicarse exclusivamente a ampliar un vocabulario visual; una caja lumínica que obrando como cartel de advertencia y denuncia, publicita los nombres de gremialistas y políticos… en torno a un centro que semeja una gran pupila en giros concéntricos. Es la conversión de un juego en instrumento cuestionador y polémico.

El sector iluminado.

En el otro piso del museo se exhiben la Propuesta A-R-71 de González Mir, un conjunto de grandes potes que por sus rótulos declaran contener LSD, morfina, cocaína, opio, heroína y otras ex drogas exóticas; el panel conceptualista de Juan C. Romero o el hexagonal conjunto de planos que Jorge Lezama cubrió con leyendas o textos con los que parece enjuiciar las prohibiciones y alguna pecaminosidad de las clases dirigentes.

Más adelante se observan las beldades acrílicas de Polesello y las construcciones de Vidal, pródigas en reflejos verticales y horizontales. Gamarra intenta conciliar el carácter abstracto de sus formas, generalmente plásticas y bellas, con un organismo marino, para lo que apela a un elemento físico y escenográfico: una batea con arena húmeda sobre la que posó una de sus masas translúcidas. Otro de sus trabajos, apropiadamente ubicado frente a una ventana, y una pintura op de Mariano Carrera propicia un eficaz juego de luces y formas.

Ariel Scornik hace girar en sentido vertical una rueda – estructura que recuerda la llanta de un coche y ofrece un gran anillo en el interior de una caja, alhaja que el espectador puede mover para divertirse con sus apócrifas piedras preciosas.

Ordenados relieves en madera de Luis Tomasello, de múltiples efectos angulares y sombras proyectadas, y los objetos de Jacques Bedel, entre ellos un efectivo juego de pantallas en acero perforado, se suma a este panorama que incluye, además, obras de Francisco Sobrino, Ricardo Roux, Osvaldo Romberg, Alicia Orlandi, Lea Lublin, Gregorio Vardanega, Armando Durante, Mari Orensanz, César Fioravanti, Jorge Duarte, Julián Althabe, Walter Olner, Héctor Compaired, Clara Matzner, Ary Brizzi, Alfredo Portillos, Mariano Carrera, Fioravanti Bangardini y Jorge Luna Ercilla.[112]

 

 

 

[112] Diario “La Opinión”, nota “Atractiva reseña del arte cinético argentino de los últimos diez años” por Hugo Monzón, 20 de noviembre de 1971, Bs. As.

 

 

 

CAPITULO IX
 EL APOYO PRIVADO Y ESTATAL AL ARTE