Con el hombre volando a 800 km horarios en un
Messersmith, el bombardeo del neutrón por
Fermi y el comienzo de los
estudios cibernéticos en la computadora (raíz de la cibernética), en
1932 el norteamericano
Alexander Calder
daba forma a las primeras
esculturas móviles con chapas de metal accionadas por el
viento, introduciendo el Espacio – Tiempo y el Movimiento en la
escultura.
Si es verdad que la escultura debe grabar el movimiento en la
inmovilidad |
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–decía
Jean Paul Sartre repitiendo viejos conceptos ante la vista de
los móviles de
Calder- sería un error relacionar al arte de
Calder
con el del escultor.
Calder
no sugiere el movimiento, lo capta.
…
un móbile, una pequeña fiesta local, un objeto definido por su
movimiento y que no existe fuera de él; una flor que se marchita
cuando se detiene, un juego puro de movimientos, como también hay
puros juegos de luces.
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En
la década del 40 se produce un vertiginoso ritmo de cambios que
otorgaban un mayor sentido dinámico a la vida del hombre del siglo
XX; el 6 de agosto de 1945 nacía la
Era Atómica, era utilizada la
bomba V2 en 1944, la
cibernética hacíase realidad a través de la
máquina de calcular, un avión Bell registraba una velocidad superior
a la velocidad del sonido en 1947, la
computadora ENIAC registraba
5.000 sumas por segundo y se industrializaba al transistor; empero,
la década del 50 no se quedaba a la zaga: el lanzamiento del
“Sputnik” al espacio el 4 de octubre de 1957: nacía la
Era Espacial,
asistiéndose al primer vuelo orbital del ruso Gagarin, la llegada a
la Luna del cohete “Lunik” en 1959, mientras el artista
intensificaba las investigaciones sobre Espacio-Tiempo-Movimiento,
polarizadas desde 1954 en las teorías del húngaro
Víctor Vasarely,
divulgadas bajo la denominación de
Optical-Art
(Op-Art) o
Arte Optico desde 1964.
Agotadas las tentativas del cubismo, abstracción y futurismo por
atrapar en la tela al movimiento, y, limitado a representarlo,
sucesivas corrientes artísticas se limitaron a usar la imagen
dinámica como un hecho plástico inherente a la composición o el
color, pero en actitud de distensión: el
suprematismo,
el
constructivismo (Joaquín Torres García en
“Cercle
et Carrée”
2
),
Abstraction-Creation con
Frantisek Kupka
y
Gleizes, y los distintos maestros agrupados en el
Bauhaus;
las imágenes en movimiento reitéranse en obras aisladas del
dadaísmo,
surrealismo,
expresionismo
y en las últimas pinturas del
neoplasticista Piet
Mondrian: Victory Boogie Woggie (1944) donde sugiere
el movimiento, en el
abstracto-expresionismo
norteamericano,
el
informalismo. Esta última tendencia
desencadena una reacción estética asentada en la geometría: el
Op-Art.
Vasarely condensaba las experiencias geométricas paralelamente a
Joseph Alber, con realizaciones del venezolano
Soto y
Moholy-Nagy
al afirmar:
Un
átomo es un CAMPO en cuyo interior se producen tensiones, como
ocurre en el átomo de hidrógeno, que está compuesto por un núcleo
positivo y un electrón negativo, dos elementos complementarios,
contrarios e inseparables. A partir de allí, he definido mi unidad
plástica por medio de una ecuación simple: 1 igual a 2, 2
igual a 1.
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Partiendo de un elemento geométrico (unidad plástica)
Vasarely
componía
obras
-sustancialmente abstractas- mediante una coordinación matemática
susceptible de generar en el espectador la ilusión óptica del
movimiento; la matemática, las ciencias naturales, y un concepto
filosófico racionalista eran incorporado a la obra de arte,
definidas por Vasarely en esta frase:
La
era de las soluciones estrictamente bidimensionales muere
lentamente: la unidad forma-color accede al espacio e integra en sus
dominios dos nuevas nociones, particularmente el “movimiento” y la
“duración temporal”.
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Detenido en la instauración de una ilusión óptica a partir de
elementos pictóricos estáticos, Vasarely instaba a los
artistas a acceder al espacio con el uso del
movimiento, lo que ya aconteciera con casos individuales. A
partir de la década del 50 el cinetismo se
constituiría en un hecho universalizado.
“El arte y la cuarta…”
Art. cit.
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