La era artística de la ficción representativa toca a su fin. El
hombre se torna de más en más insensible a las imágenes ilusorias.
Es decir, progresa en el sentido de su integración en el mundo. Las
antiguas fantasmagorías no satisfacen ya la apetencia estética del
hombre nuevo, formado en una realidad que ha exigido de él su
presencia total, sin reservas.
Se clausura así la prehistoria del espíritu humano.
La estética científica remplazará a la milenaria estética
especulativa e idealista. Las consideraciones en torno a la
naturaleza de lo Bello ya no tienen razón de ser. La metafísica de
lo Bello ha muerto por agostamiento. Se impone ahora la física de la
belleza.
No hay nada esotérico en el arte; los que se pretenden “iniciados”
son unos falsarios.
El arte representativo muestra “realidades” estéticas abstractamente
frenadas. O es que todo el arte representativo ha sido abstracto.
Sólo por un malentendido idealista se dio en llamar abstractas a las
experiencias estéticas no representativas. Es verdad, a través de
estas experiencias, hubiese o no conciencia de ello, se ha marchado
en un sentido opuesto al de la abstracción; sus resultados, que han
sido una exaltación de los valores concretos de la pintura, lo
prueban de un modo irrecusable. La batalla librada por el arte
llamado abstracto, es, en el fondo, la batalla por la invención
concreta.
El arte representativo tiende a amortiguar la energía cognoscitiva
del hombre, a distraerle de su propia potencia.
La materia prima del arte representativo ha sido siempre la ilusión.
Ilusión de espacio – Ilusión de expresión – Ilusión de realidad –
Ilusión de movimiento.
Formidable espejismo del cual el hombre ha retornado siempre
defraudado y debilitado.
El arte concreto, en cambio, exalta el Ser, pues lo practica.
Arte de acto, genera la voluntad del acto.
Que un poema o una pintura no sirvan para justificar una renuncia de
la acción, sino que, por el contrario, contribuya a colocar al
hombre en el mundo. Los artistas concretos no estamos por encima de
ninguna contienda. Estamos en todas las contiendas. Y en primera
línea.
No más el arte como soporte de la diferencia. Por un arte que sirva,
desde su propia esfera, a la nueva comunión que se yergue en el
mundo.
Practicamos la técnica alegre. Sólo las técnicas agotadas se nutren
de la tristeza, del resentimiento y de la confidencia.
Por el júbilo inventivo. Contra la nefasta polilla existencialista o
romántica. Contra los subpoetas de la pequeña llaga y del pequeño
drama íntimo. Contra todo arte de elites. Por un arte colectivo.
“Matar la óptica” han dicho los surrealistas, los últimos mohicanos
de la representación. EXALTAR LA OPTICA decimos nosotros.
Lo fundamental: rodear al hombre de cosas reales y no de fantasmas.
El arte concreto habitúa al hombre a la relación directa con las
cosas y no con las ficciones de las cosas.
A una estética precisa, una técnica precisa. La función estética
contra el “buen gusto”. La función blanca.
NI BUSCAR NI ENCONTRAR: INVENTAR.
Firman:
Edgard
Bayley,
Antonio Caraduje,
Simón Contreras,
M. Espinoza,
Alfredo Hlito,
Enio Iommi, Obdulio Landi,
R. Lozza, R.
V. de Lozza,
T. Maldonado, Molenberg,
Primaldo Mónaco, Núñez,
Luis
Prati,
Jorge
Souza y
Matilde Werbin.
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