CAPITULO II
LOS PRE - CINÉTICOS |
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La teoría de los concretos posibilitaba la
aplicación de motivaciones de orden perceptivo sobre el
movimiento –entre otras lecciones surgidas del ordenamiento
geométrico- pero el mismo no pasaría de ser una ilusión óptica al
aparecer re-presentado en los ejercicios plásticos;
los concretos alternaban formas pintadas sobre planos (desprovistos
del tradicional marco) con formas corporizadas en madera o metales,
pero resueltas esencialmente con imágenes geométricas y con la
ausencia total del tema anecdótico, en pos de la búsqueda del
Espacio-Tiempo- Movimiento en la faz inventiva.
Molenberg estructuraba formas semitriangulares,
desintegradas y en oposición, con proyecciones dinámicas;
Maldonado
insertaba en un eje de varilla a otras varillas con variadas
direcciones;
Iommi doblaba a un alambre con formas parabólicas,
inserto en un rectángulo de material metálico;
Lozza desarticulaba
varios planos oponiéndolos en diagonales;
Prati desarrollaba formas
planas (trapecios, triángulos y rectángulos) a las que unía mediante
varillas, corporizando una ágil estructura; con similares
realizaciones plásticas participaban Souza, Mónaco, Espinoza y Núñez
planteando problemas de espacio. Esto lo aclara
Iommi:
Fue por ese año (1950) cuando comprendí la razón íntima de mis
realizaciones, trataba de trabajar el plano que proveía la lámina
del metal elegido, para “materializarlo” incorporando en él al
espacio.
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Para ello
Iommi
recurría al bronce, cobre, acero inoxidable, el
anticorodal y el mármol desmaterializando sus esculturas. Tras el
viaje a Europa y los Estados Unidos, el artista aclara conceptos
diciendo:
La
revelación se produjo frente al contraste de las dos civilizaciones.
Toda la escultura de Europa, incluyendo entre ella a las catedrales
góticas, ha sido creada en función del ámbito de la ciudad; se
resguarda en ellas, participando en los “espacios” provocados por
sus cerramientos. Todo juega armónicamente a “escala humana”. Dan
testimonio fehacientes ejemplos que se multiplican siendo quizás el
más representativo la
Piazza de la Signoria de Florencia. Al
desembarcar en Nueva York advertí de inmediato que allí lo “humano”
daba lugar a lo “espacial”. Arquitectura y escultura en la ciudad
han sido concebidas en otra escala. Allí era el Espacio Abierto lo
que contaba. Se aclaraban mis ideas; la desmaterialización del
volumen logrado en obras que contaban en sí mismas, aisladas como
objetos individuales, darían paso a realizaciones integradas al
“espacio”, participando, formando parte de ese ámbito total en que
el hombre de hoy se encuentra involucrado.
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En pos de materializar plásticamente la trilogía
Espacio-Tiempo-Movimiento, el arte concreto obtenía positivos
resultados espaciales con la eliminación del marco que liberaba las
formas, y, las tensiones espaciales con sus formas metálicas, pero
la conquista del movimiento real y el tiempo aun no se avizoraba.
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