ARTE CINÉTICO ARGENTINO

        por OSCAR HAEDO

 
 
CAPITULO III  
LOS PRIMEROS CINÉTICOS
 
03/02 1947. LA ESCULTURA MADI - ESTRUCTURA CON LUZ NEON.   
 

           En un medio artístico hostil a las nuevas experiencias geométricas y el movimiento, alentadas por los concretos y madís, la dilucidación teórica fue un elemento indispensable para imponer a la creación. En el número 0 de la revista Arte Madí (1947) se publicó la nota Escultura móvil y lúdica, ejemplo de aclaración teórica, que expresaba:

        Prácticamente la dicotomía de una escultura plural y otra estática reside en la                     diferencia real de una distancia a otra y su recorrido.

Este fenómeno de desplazamiento, conversión y mudanza de formas, sean o no articulables, determina e invade zonas desconocidas de toda escultura anterior, la móvil a motor inclusive.

Este nuevo género plástico madí llena el vacío en que fluctuaba la escultura no figurativa. Y fue teniendo presente ante nosotros el nuevo aspecto de la “pluralidad” en la construcción de formas que, a principios de 1944, dimos a conocimiento la escultura articulada. (N.A.: alusión a la obra ““Royi”).

Más tarde, al formularse definitivamente los fundamentos madí, este hallazgo lo extendimos a formas desplazables, mudables, volúmenes dirigidos por radio, etc., como categorías sistemáticas de la “pluralidad”.

 La organización de una obra escultórica determina los ritmos: 

éstos pueden ser de espacio, de masa, de movimiento. Ordinariamente la expresión tangible, la corporeidad de una forma, son los medios que utiliza la escultura para su constitución. Los volúmenes hasta ahora se han mantenido dependientes de la remota certeza de que descansaban en su estabilidad.

La escultura moderna que había ganado para su esencialidad la no figuración, estaba todavía presa de las normas tradicionales.

Se hacía pues, necesaria una “inclinación” de la forma que le daría la solución dinámica, aunque ilusoria de su movimiento. De aquí en adelante ya las derivaciones escultóricas se extienden a la autonomía formal del objeto y a su injerencia en las esferas temporales.

Cuando entra en este campo una forma, ya se dinamiza.

La escultura madí contiene en sí “cada uno de los momentos que están dominados”. La suposición de un cambio, las innumerables posibilidades de su variación estética, de su mutación, de sus ángulos previstos a voluntad, hacen de ella además de un ente observado, un instrumento lúdico como función anexa.

La base, fundamento de naturaleza ortogonal, gravitante en toda la escultura anterior a madí, deja de ser un imperativo porque el manejo diverso de todas las partes la transforma ulteriormente en un miembro más de la organización plástica.

Sin embargo, por el movimiento rotativo aplicado por Rothfuss, la base en la escultura madí se ve frente a un nuevo orden de equilibrio, el provocado por la distancia. Este nuevo hecho y el de Arden Quin, con sus esculturas en una base transformable, con el movimiento rotativo aplicado al medio de la forma y el lineal a todo lo largo de la base, vienen a proyectar la escuela a nuevos campos de invención, donde, como se ve, la base no se destruye como elemento de composición. No olvidemos que podemos recorrer toda la estructura con la certeza de hallar una nueva base en cada parte, o simplemente prescindir de ella.

Como la definición geométrica es infalible, las diversidades de la escultura son desde su comienzo un desenlace de composición en el cual entra, en determinados trabajos, la combinación del ritmo con algunos momentos polivalentes, propiedad ésta, como hemos dicho ya, que consiste en desarmar, articular, extender y revolucionar a otros radios la forma concebida. Del ámbito formado sale a conocimiento el objeto madí, en su continuo extradimensional.

En cambio, los móviles sobre la base de la energía motriz, son, en su esencia, como casi todos los movimientos de repetición determinada, un proceso de mediata finitud, vale decir que la variedad no es tal, porque un movimiento continuo pero idéntico (aunque rote en distintas direcciones) no llega a satisfacer las exigencias actuales de la estatuaria, que revela toda su esencia en su nuevo ciclo[39].

 

     Extendiendo las experiencias cinéticas a la utilización de la luz, en 1947 Kosice realizó una estructura lumínica MADI con gas neón, forma irregular de unos tubos de vidrio con diseño geométrico; similar estructura fue reiterada por Kosice en 1948 bajo el nombre de construcción madí en luz (escultura lumínica en gas neón) de forma geométrica.

 

           

  [39] Artículo reproducido en “Arte y Arquitectura del agua”. Ob. Cit.

 

 

 

 

 

CAPITULO III  
LOS PRIMEROS CINÉTICOS