Las primeras muestras de la influencia del arte óptico
en Buenos Aires la constituyeron, en 1957, las búsquedas pictóricas
de tres artistas nacionales: Roberto Aisemberg,
María
Martorell y
Julián Althabe, inspiradas en los
efectos ópticos para el espectador que indagara
Vasarely, las
propuestas generativas de
George Vantongerloo así como
las teorías de los hermanos
Pevsner.
Aisemberg,
alumno del pintor surrealista
Juan Battle Planas, desde sus primeros
trabajos incorporó a la luz, la arquitectura, la geometría y el
espacio metafísico como signos plásticos para estructurar obras
surrealistas y de abstracción geométrica.
En Marinero (1957), Personaje y Pintura, recurre al uso de planos geométricos
reiterados; en Mujer y columna (1958) y
Personaje (collage, 1959), re-presenta al
movimiento, pero la mayor intención cinética se ubica en
Pintura (1957), óleo sobre tela (colección Linley Wood de
Sánchez Elía). Esta obra plantea una incitación al ojo humano a generar movimientos, como postulaba
Vasarely: sentido
múltiple de los planos, curvaturas del diseño determinador de ondas.
Las influencias del
Op-Art
reaparecen en Personajes
habituados a reflexionar (1964 –1965), Pintura
(colección Jacobo Romano y señora, 1966 –1967) y Pintura
(colección Ignacio Acquarone, 1966 –1967).
María
Martorell:
residente desde 1954 en París merced a una beca, afirmaba que dicha
estadía, hasta 1956, señaló el momento decisivo de su carrera
“…el de la iniciación y el desarrollo de las formas que me han
servido para expresarme en adelante: formas abstractas,
geométricas…” resultado de su frecuentación de los talleres
de
George Vantongerloo,
Pevsner,
Soto y
Schöffer, y a su regreso a Buenos
Aires se dedicó a estructurar formas geométricas y dinámicas. |
Martorell
expuso en la galería “Antígona” (1957) unas pinturas
abstractas y dinámicas donde, inicialmente, planteaba formas
generadoras para procurar efectos ópticos en el espectador;
dueña de una metodología propia en la investigación de la pintura
abstracta, desde 1968 desarrolla un signo propio con un mínimo de
signos: las ondulaciones o bandas cromáticas.
Con el ascetismo que pudiera observar en las obras de
Mondrian y
Vantongerloo,
Martorell
reúne en la tela a reiterados planos curvos,
ondulantes, aplicándoles tonalidades bicromáticas: azul – rosado,
azul – amarillo, amarillo – violeta, determinadores de escalas o
gradaciones de una sensible luminosidad.
Althabe:
integrante del Grupo 20 pintores y escultores desde
1952, es el tercer plástico argentino inspirado en el arte óptico, a
través de los dibujos espaciales que exhibe en
Van
Riel (1957) con el citado movimiento; son formas ejecutadas con
hilos que generan al movimiento representándolo.
En su análisis sobre la obra, dice
Althabe:
Después de
Mondrian
parece imposible despojar más. Ha cerrado con
rejas ortogonales al mundo bidimensional y aunque él se ha quedado
preso dentro ha abierto la puerta al orden espacial. Porque sólo las
formas tan simplificadas de los concretos, con
Mondrian
a la cabeza,
hacen posible el paso a lo tridimensional ya de por sí tan cargado
de enigmas.
Como el mundo sigue transformándose, las nuevas geometrías que se
resuelven sobre superficies esféricas y seudoesféricas,
tridimensionales en sí mismas, arrasan con lo bidimensional; y son
más valederas porque significan los avances de la ciencia y de la
técnica.
……..
Tan importantes son las leyes de la visión que ya
Cezanne reconocía
la necesidad de ordenar sus propias sensaciones.
Poincaré afirma que el orden de la sensación es el que ha engendrado
la tercera dimensión y que si la intuición sensible se hubiera
ordenado por otro camino quizá ya los hombres pensarían
cuatridimensionalmente.
Aquí nace mi urgencia: agregarle a la vida espiritual, que
indudablemente tiene el concretismo, la vida sensible que es propia
del arte; dar “la imagen sensible de lo tridimensional”, o dicho de
otro modo, hallar en lo tridimensional el equivalente del dibujo
tradicional, con lo que intente expresar tan fuerte y precisamente
el espacio que pueda llegar a sugerir la cuarta dimensión.
…….
Nótese que las imágenes tridimensionales aquí expuestas apuntan al
tiempo simultáneo. Desde cualquier mira se las ve totalmente sin que
nada tape la visión real y distinta.
…….
Estas imágenes tridimensionales, confirmando su propia ubicación, su
propia profundidad, intentan exaltar el espacio. Exigen el hallazgo
del material adecuado para sostenerse materialmente las líneas sin
soporte, sin el equivalente de la tela para el trazo del lápiz.
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Generando
formas con hilos,
Althabe
estructuraba espacios
asimétricamente cruzados, tensión en rojo, tensiones espaciales,
tangentes en politopo, planos transparentes, volutas y
símbolos varios.
“Bases para un posible arte cuatridimensional”, texto del
catálogo “”Julián Althabe”. Galería de arte “Gradiva”,
agosto – septiembre de 1979. Bs. As.
http://www.cursosarteycultura.com.ar/curso_02.php
https://www.neo2.com/paul-sende-arte-optico-desde-buenos-aires/